Román, fuera de su lugar, lejos de algo de sí mismo, sostiene que “pensar es pensarlo todo”, sueña “cromatismos que amplifican o reducen la porosidad de lo audible”. Paradójica manera de existir entre los pedazos de la historia y un mundo que se recorre a tientas, tal como lo hacen los pintores que se transforman en ondas que se desvanecen para preguntarnos “¿si el silencio fuera un color?”

Nadia Prado